lunes, 1 de febrero de 2010

Las lágrimas rojas

"Se pregunta qué habría sido de él, qué vida tendría, si la comandante Silvia lo hubiera tocado, si en vez de limitarse a ofrecerle el tazón de sopa le hubiera acercado una mano a la cara y metido dos dedos en la boca, si le hubiera hundido la lengua y explorado el lado de adentro de los labios, las encías, las paredes carnosas de la boca, si en vez de tenerlo ahí parado, con alfileres entre los labios y el centímetro alrededor del cuello, lo hubiera obligado a meterle una de sus manitos de niño abandonado hasta el fondo último, húmedo de la concha. [...] Ya no llora. Siente una congoja seca, áspera, como si una espátula lo raspara por dentro. Es simple: no ha sabido lo que había que saber. No ha sido contemporáneo. No es contemporáneo, no lo será nunca. Haga lo que haga, piense lo que piense, es una condena que lo acompañará siempre".

Historia del llanto, Alan Pauls.
Anagama 2007

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